En un mundo donde todo el mundo saca el móvil del bolsillo para ver la hora (y de paso se queda 15 minutos viendo vídeos de gatitos), sacar un reloj de bolsillo es una declaración de principios. Es decir "yo controlo mi tiempo, no un algoritmo". Y si ese reloj es un Mondaine, la declaración sube de nivel. Este no es el reloj de tu abuelo, a menos que tu abuelo fuera un genio del diseño con un sentido de la puntualidad más afilado que una navaja suiza. Con la icónica esfera del reloj de las estaciones de tren suizas, este pequeño tesoro no solo te da la hora, te da una lección de historia del diseño en la palma de tu mano.

La magia de este reloj está en su simplicidad y su historia. Esa esfera limpia, blanca, con sus marcadores negros y, por supuesto, la famosa manecilla roja de los segundos con forma de paleta de jefe de estación... ¡es legendaria! Es un diseño que lleva marcando el ritmo de un país entero desde 1944. Tenerlo en el bolsillo es como llevar un pedacito de la eficiencia y el buen gusto suizos contigo. La caja de acero inoxidable pulido es robusta y brillante, tan resistente al polvo que podría sobrevivir a una limpieza general de primavera sin inmutarse. Es un placer sostenerlo y, seamos sinceros, un imán para las miradas curiosas.

Y la experiencia no termina en el reloj. Mondaine sabe que los detalles importan, por eso este reloj viene protegido en un estuche de cuero rojo que es una preciosidad. Abrirlo es un pequeño ritual. Viene acompañado de su cadena de acero, listo para que lo enganches a tu chaleco, pantalón o donde te plazca y empieces a irradiar clase. Con la precisión de su movimiento de cuarzo Ronda y el sello "Swiss Made", es la combinación perfecta de estilo vintage y fiabilidad moderna. Es el regalo perfecto para esa persona que lo tiene todo, o para ti, porque te mereces un capricho que sea, literalmente, atemporal.